Donde oculta sus muertos, un país esconde sus miserias. Donde no
entierra a los muertos, entierra sus secretos y condena su futuro. Muchos
países son oscuros, y tantos otros se están contagiando. Ya no es en vano, las
masacres se han esparcido. Se ha hecho un cultivo en las nuevas generaciones.
Ciertos odios y muchos rencores que no se han resuelto. Se están repitiendo. La Historia vuelve a
empezar.
Un país manchado de oscuridad condena al eterno mismo instante. Impide
que el reloj pase a la siguiente hora. Acuesta en sus sombras a la posible
virtud, condena en su cruz al crecimiento. Y al potencial. Un país que no mira
hacia atrás, comente los mismos errores. Un país sin sus rencores resueltos es
un país que tiene secretos, escondidos. Perdidos en el tiempo, difíciles de
recuperar. Heridas por cicatrizar. No sólo desaparecidos.
Una cultura que se ha ofendido. Una Historia que se ha mal escrito,
intencionadamente. Para burlar a los inteligentes, para cosechar ignorancia. Y
ocultar las ganancias de los que han robado, de manera sistemática. Un país
manchado por la oscuridad tiene una enfermedad que se hace crónica, con las
generaciones manchadas de dolores. Ignoradas en sus derechos y esclavizadas en
su economía. Un país sin garantías, donde las posiciones las establece el
viento. Según sople.
Un país que tiene su suelo manchado. Porque ha sido robado, ultrajado y
vaciado. Desde sus riquezas hasta sus pobrezas. Un país que no se ha sabido
defender, porque su pueblo se cae a los pies de los que gobiernan, para sí. De
los que se saben reír porque no hay justicia que los persiga. Y no es sólo en
esta esquina del mundo que pasa, es en todas partes que se alcanza este nivel
de oscuridad. Donde hay riquezas y donde no las hay. Donde reina la pobreza o
se cultivan las carencias. Allá donde se consume lo que se comercia.
La mancha es amplia. Alta y profunda. Inversamente proporcional a la
cantidad de riquezas que quedan por explotar. Cuanto menos hay, más será la
oscuridad. Y más cruel la guerra. Ya no podemos administrar, sólo se sabe
robar. Asesinar. Y engañar. Para quitarle al que tiene, en vez de educar al que
no tiene. Para esclavizar al que se puede, o morir en el intento. Un asesino
encubierto entre las sombras de un país en broma.
Un país debe madurar, sino será una colonia. Un país hecho en broma que
ya no causa gracia. Sus manchas está a flor de piel. Sus escamas están en los
pies, y las yagas en la boca. Un país que ya no explora, sólo importa y es
invadido desde afuera. Pierde, como consecuencia, su propia identidad. Y se
deja avasallar por las bolsas de los peores.
Porque es un país que no sabe responder a su oscuridad. Que no puede
entender que no hay otra salida. La más convenida y conveniente es la ser un
país reluciente para darle futuro a sus generaciones.
Un país plagado de rencores. Lleno de oscuridades. No puede ser tan
cobarde de mirar hacia el costado.
Debe ser responsable de darle un lugar seguro a sus miembros.
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