lunes, 30 de julio de 2012
CARTA DE UN ANCIANO DE 33 A UNO DE 34.
Un año más y así se pasó nomás. Tantas cosas por contar, tantos que lo han vivido conmigo. Por más que el destino haya cambiado el camino de unos cuantos que ya no están. Yo me pongo a saltar porque, en este año, empieza la fiesta y no va a terminar. La alegría comienza ya a sentirse por las venas. No es para cualquiera, sólo si quieras aportar podrás estar, eso le dice el año que se aleja.
Allá a lo lejos costó empezar. Con algunas tristezas a cuestas y una pareja descubierta por el fracazo y la piedad. Fue duro soltar, pero quedó un aprendizaje. La recuerdo con lealtad, y no la voy a nombrar porque se pondría colorada. Luego siguieron las cartas, cayéndose al suelo algunas. No es ni por rencor ni por angustia, pero el maso ya no está completo. A veces ni siquiera hay consuelo, volando de fiebre estaba. Y cuando me despertaba, aparecía en lugares distintos. Fue un aviso: "amigo, empezá a cambiar de una vez".
Casi palma otra vez, el pulmón y la pleura se quejan. Un resfrió a cuestas y una crisis que se asomaba. Por la ventana entraba y me haría salir por la puerta. Una pausa que me hablaba. Una familia de fierro que vigila la apuesta. A ellos me quedan todas las palabras de agradecimiento. Un cuidado... como en los viejos tiempos. Haciendo guardia siempre mis viejos. El cachorro estaba enfermo.
A los pocos tiempos, el alma volvió a mi cuerpo. Y el corazón le dijo en secreto... "pulmón, es hora de respirar aire fresco". Y asi lo hizo, por cierto, todo comenzó a cambiar. La amistad empezó a aflorar, eran otros campos. Eran otros encuentros. Totalmente sinceros, para una vida que necesitaba de otras.
Cambié el juego. Abandoné las cartas marcadas y empecé con la danza, me llevaron al tango. Y despierta mi alma, con dos futuras hermanas que me alcanzaron al buen camino. Ya no estaba perdido, estaba otra vez conmigo. Y en pleno vuelo. Bailando la rompieron, una tanguera de sangre y la otra payadora y maestra.
Mis maestros diarios se renovaron. Todo hizo un giro y a Dios bendigo por haberme hecho pasar la crisis. Una vez más, hizo clavar a un hijo en la cruz. Para que encuentre su luz, a los 33 años viejos.
Me llevó más de lo cierto, poder crecer y cambiar. Me fallaron mal, las cuentas no daban 3 días solos. Pero de pronto afloro, de la mano de mis amistades nuevas. Que en realidad son viejas, pero tienen aires renovadores. Y la mitad del año ya se aleja. Para llevarse lo peor del dolor, para alejar a los perros hambrientos.
Termino el año a pleno y comenzaron las vacaciones. Un respiro entre montones. Una bocanada ansiada. El honor hasta las lágrimas. El orgullo a flor de piel. Serme fiel hasta en la fe. Aprender a ver lo que uno vale. Y valor el amor de los que están de verdad. Dejar pasar a los que se van. No retener más a nadie.
Y ya se acercan los 34 con una botella en la mano. Del mejor champoo de la cosecha. Con la experiencia que añeja y las ganas que renuevan. El alma está a plena y la felicidad enciende la luz.
Otro año comienza. Un paso más para dar. Un paso enorme otra vez.
Feliz cumpleaños amigo.
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