lunes, 30 de julio de 2012
LA EQUILIBRISTA. UNA DAMA EN LA CUERDA NADA FLOJA.
Allá. Arriba. Bien alto. Una mujer de coraje en lo más alto se anima a dar el paso, hacia la cuerda. Sin redes que la contengan ni cuerdas que la protejan. Apoya su pie derecho en el desafío más espléndido que le ha puesto la vida: disfrutar.
Cada mañana, cuando el sol la alcanza, ella baja de la cama y pisa la cuerda de una vida muy inquieta, plagada de sorpresas; llena de intrigas. Es la vida misma, esa cuerda por la que debemos todos caminar. Algunos querrán asegurarse la vida, otros sabran que así son las reglas si es que quieres verla a los ojos.
Se pueden pedir cuerdas de protección, podés ir con el corazón atado. O mirar, lejano, esa red que atenúa el impacto. Pero eso no es vida. Sola con su bara de equilibrista, ella camina paso a paso.
Del otro lado, están los payasos. Los que hacen malabares con sus días. Los que, simplemente, pueden llenar los intervalos para el gran acto. Donde todos la miran. Donde todos respiran cuando la tensión se alivia. Y el corazón avisa que ha llegado el momento.
El cielo en el cuerpo. Esa es la magia del equilibrista.
¿Cuál es el sentido de su vida? que cada paso sea pensando en que le ha ganado uno más a la muerte. Que le ha robado un minuto más de aplausos. Y que el espectáculo puede continuar.
Pero la libertad de estar en lo más alto no se puede pagar con nada del mundo. No hay seguro ni garantía que le de a la vida esa intensidad de lo inmenso. Ese cuerpo sintiendo por sus venas el fuego del amor que está recibiendo.
Una comunicación entre los dos amantes.
Una pasión que se entrelaza en cada rincón, y navega por cada centímetro del cuerpo. Un suspiro. Un minuto de silencio. La bara se mueve de lado a lado. Buscando el equilibrio perfecto, entre tanto fuego y tanta desesperación.
No hay dolor, pero pareciera que en cualquier momento hará irrupción.
Y todos con el cuello roto hacia la gran visión. Esperando vivir esa pasión. Envidiando esa ilusión de estar en lo más alto.
Es la dama de los ojos brillando. Es la mujer que se ha animado, todos los días practicando, para poder brindar ese espectáculo.
En una cuerda nada floja. De una vida preciosa, en un mundo desbordante de fantasía. Donde reina la risa. Y la vida parece ser mucho más que divertida.
Es la equilibrista.
Quien se ha soltado. A vivir ese tramo como si fuera el último de su vida.
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