lunes, 30 de julio de 2012
OTRO VASO DE TEQUILA...
Ella que no me olvida. Y su nombre se resbala por mi tarde gris. Un vaso que no se olvida de los labios que marcaron su final. Una silla vacia que no para de reirse de mi. Una carta escondida en el frasco de tu perfume. Una carta que no me envías, por miedo y por piedad. Una sonrisa que me envidia, todas las mañanas al despertar.
Todo lo que no nos dimos. Hasta esa última gota de cariño que no has podido tragar. Quedo perdida en el olvido, quedo secándose en el fondo del vaso. Un vaso vacío, de si mismo.
Y la botella que no está tan rota. Mira desde lo lejos, a un paso, como te siento. Sin consuelo, porque todo lo que ha dado, se está vaciando en tu boca sedienta. Siempre fuiste hambrienta, pero elegiste beber de todo. No salgo de mi asombro, la botella esta vacia.
Una amistad perdida. Una relación que deja el espacio a otras nuevas. Con quienes se llenan los vasos y la vida. Es pura alegría, la que enciende esas copas de luz.
Un rose, una bebida, una promesa junto a una mentira. Y tu escote que me invita. Tienta e invita. Ahoga y respira. Desde el asombro, ilumina. En un zuzurro se inclina para que suelte mis cadenas. Eslabones que se sueltan para atarse a ti. No me quieren seguir, ya están aburridos de retenerme. Son insolentes, quieren abrazarse a ti.
No podrás salir, de este vaso en mi mano.
Brindo por ti, sé que estás festejando. Las llaves que tienes en la mano, son las de mi encierro en mi vida. Eres como una paliza, tus bromas se burlan de mi. Quieres reir, pero tu corazón sigue pálido. Quieres huir, pero te sigues aferrando. Quieres mi mano, pero me muerdes el corazón. No entiendo tu pudor, si eres una salvaje. No comprendo el temor que te agovia de noche.
Eres una gran confusión. Mezclar el vino con soda.
Te invito. Y sé que insisto. Te provoco y no te logro. Te anhelo, y con coraje me enfrento al desconsuelo. Te puedo, pero no quieres que sea yo. Se que tu recuerdo, en mi encuentra un nido. Sé que en el olvido, sigues recordando. Siento que tus brazos, me extrañan por la espalda. Siento que extrañas, a quien no has perdido aún. Puedo conquistar todos los terrenos desconocidos, pero soy mi propio enemigo cuando conozco las sombras de tus pies.
Estuviste y te has ido. Siempre escribo del olvido, porque sigo recordando. Siempre digo que te has ido, para justificar que aún te tengo conmigo. De esto se trata todo, y son miles de palabras que lo llenan todo. Una barra plagada de esperanzas que ven el amanecer. Cuando el mozo con su sabiduría, trae servida la nueva copa.
La silla ya no está vacia. Un alma nueva llena el vaso. Brindo con los brazos en alto, a mi salud y la de todos mis queridos.
Con una lágrima que se ha ido, a recorrer mi cara. La que ya no está contigo.
Para todos los que han bebido alguna noche con la soledad. A ellos los invito a no estar más solos. Barrer con los escombros que esas personas dejan, cuando se alejan siempre alguien se acerca.
Esa lagrima vieja, se renueva con alegria. Una nueva visita trae euforia y entusiasmo. He recuperado mi vida, por más que sigas teniendo la llave de mi ciudad.
Puedo sobrellevar esa pertenencia. Voy a colgar en esta nueva cantina, las llaves benditas de esta posibilidad. La de ser una vez más. La de renacer en la austeridad y llegar a ser pleno y renovado.
La alegría llena el vaso del consuelo. La euforia se queja porque no entra por el agujero de la cerradura. Tanta blandura suelta, tanta fortaleza escondida. Tanta lealtad vencida porque la mediocridad de siempre.
Llenate el vaso preciosa y brindemos...
Por los que nunca se van.
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