lunes, 30 de julio de 2012

PSICOLOGÍA CUÁNTICA. Una realidad hace años.


Hace años, un camino se había iniciado. Y como todos esos caminos, había empezado sin que uno se diera cuenta. Los senderos que conocía no me estaban dando las respuestas que necesitaba. Las maneras que me enseñaban no me permitían llegar a los resultados que anhelaba. Entonces, fue apareciendo una búsqueda que terminó siendo una escuela. Una manera de aprender del paciente y de fundir, al mismo tiempo, diferentes corrientes del pensamiento humano. Así se fue dando, la emergencia de la psicología cuántica. Un iceberg dentro de la ciencia de la mente y de las emociones humanas.
Entre la psicología y la física se empezaron a tejer hilos, que empezaron a emerger con claridad en los últimos años de la Humanidad. Hace poco tiempo en el pensamiento del hombre. Algunas explicaciones están más cerca de allá, que de lo esperado y querido. Algunos avisos los hemos recibido desde diferentes lados, leyendo un libro o escuchando. Viendo como científicos se habían encontrado con mecanismos físicos del átomo que explicaban perfectamente las redes inteligentes de las emociones humanas.
Todo se trataba de lo mismo. Y se fue acercando el abismo. Las fronteras se fueron disipando y las secuelas de la disociación fueron enmendando una herida que no se debería haber exagerado tanto. Las ciencias, en el fondo, hablan de lo mismo. Intentan explicar al mismo sujeto. Desde el mismo lado. La psicología se está acercando a la física. Y la cuántica es la bisagra entre ambos mundos. En el mismo.
El recorrido fue sencillo. Viendo las problemáticas de los pacientes y pensando siempre en el presente de su realidad actual. Las huellas de la historia fueron contando sus formas, descubriendo sus mecanismos. Llevando la cuestión hasta lo infinito, desde el origen hasta el final. Viendo que en realidad no había ni separación temporal, ni coexistencia espacial. Viendo que todo era lo mismo, en lo diferente. En las problemáticas inminentes, en las estrategias para solucionarlas, en las formas en que se gestaba el sufrimiento, en las alternativas y las desesperanzas, en la cura; siempre estaba lo mismo. Siempre era el mismo recorrido. Dar vueltas sobre la diferencia. Encontrarle la vuelta que la identidad quisiera para poder salir, sin dejar de sentir.
En ese contexto. Dentro de ese marco, el paciente se fue sincerando. Y empezó a contar su verdadera actualidad. El átomo empezó a hablar. Y a expresarse en manifestaciones. Saber que se iba a decir, sin saber nada previo. Sentir lo que se estaba viviendo, sin haberlo vivido. Y modificar al que ha venido, sin haberle dicho nada aún. Estas son algunas de las huellas que se fueron marcando. Estos son los primeros pasos que llevaron al armado de las grandes explicaciones. Que, sin temor de reconocerlo, pueden ser reducidas a menos que la nada misma. Es la sencilla pero infinita manifestación del átomo la que ha hecho largos siglos de historia.
El problema ahora es que empezamos a entender la psicología del átomo. Y al átomo haciendo psicología. La misma vía de acceso a lo conocido. Sin desconocer todo lo que se ha escrito, pero ahora unificado en un campo. Donde el ser humano vuelve a ser uno, con lo suyo y lo extraño. Donde el pasado no es más que el futuro. Y el presente un segundo donde ambas partes se encuentran. La psicología de esta experiencia tiene muchos lazos con la física. Casi tantos que no siempre se ven las diferencias. Salvo en su campo donde esta la experiencia. Uno encerrado en el laboratorio, otro explicando las magnitudes del daño en la psiquis y las emociones. En un mundo plagado de sensaciones y vivencias, encerrados en una especie de mundo actual, llamado consultorio.
Una experiencia que pocos han podido aprovechar, en su magnitud real. Dejando de lado los ensayos y las teorías. Haciendo ciencia viva. Y pura psicología humana.
Hace años que venimos trabajando la psicología cuántica. Hace años que se viene desarrollando, desplegando un mundo nuevo, en realidad viejo pero inexplorado. Donde todo ha pasado y todo va a seguir pasando. Donde cada uno trae su manojo de átomos y los dinamiza con los que va encontrando, al contar su relato y ser mirado y escuchado. Los resultados son múltiples y variados. Personas que no lo han soportado o no se han hallado, personas que han cambiado profundamente sus vidas.
No es una teoría. No es una metodología más. Es una integridad y una manifestación. La relación que faltaba entre la psicología y la física cuántica. Una arista más de una realidad plagada de posibilidades. Y de las posibilidades haciendo realidad.
Desde aquí comienza el desafío de ser lo más claro posible para poder contar y hacer experimentar los conceptos fundamentales de la psicología cuántica. Sin promesas ni banalidades. Simplemente, la experiencia de los átomos que nos fuerzan a ser de una manera, cambiando.
El quantum emocional es la clave fundamental de la psicología cuántica. Es la energía en un concepto totalmente distinto al conocido hasta ahora. No siendo un flujo ni una onda. No siendo una partícula ni un pedazo de materia. La energía en esta era es la que cambia de estados. Es la energía siendo, sintiendo, pensando. Estando en cada parte de lo que es. Siendo como el todo es en cada una de sus partes.
El primer paso se ha dado.
Hace años.

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