lunes, 30 de julio de 2012

AMARSE A UNO MISMO. ¿Es mejor?


Parece una moda, más allá que detrás esten las carencias. Pero fácilmente se encuentra a muchas personas amandose a sí mismas, como si fuera lo mejor, como si fuera simple. Y es mejor amar a otro.
Cuando uno se ama a sí mismo en exceso, se pierde mucho en el camino. Y se llenan las bolsas, de basura propia. Porque aparece la ira, emerge la envidia y sale el rencor a pasear por ahi. Emergen las mentiras y el espejo flagela todas las mañanas. Nada queda en casa, todo sale a la luz. Nadie tiene actitud, todos matan por ser primeros. Ni principios ni secretos, nada puede ser real. Entonces queda escapar, del amor sincero ya nadie sabe nada.
Cuando en realidad se ama, se ganan muchísimas cosas. Se ama y uno se calma, más allá de estar sintiendo intensamente. Se acompaña y nunca más uno está solo. Cuestión que ya no preocupa, la soledad ya se siente en compañia, se siente querida, es amada por alguien. Uno es respetado, llega a ser aceptado; en tanto en el amor propio todo pende de un hilo. Todo es relativo, porque a uno nada le alcanza. En cambio, a aquella dama le sobra de todo, por todos lados. Amor y gracia, una sonrisa que ilumina, una caricia que mima, un rose que estremece el alma. Intensa y apasionada, sus defectos no son un eclipse para ella. Sus más sinceros secretos, ahora son compartidos por la vida. No hay más mentiras, la transparencia se ríe a carcajadas.
La naturaleza sabe del alma. Ya no se busca en el espejo.
Yo aún no entiendo cuál es la ganancia de amarse a sí mismo.
Un refugio perdido, plagado de fantasmas que agobian. Y cansan a cualquier alma, por más preparada que esté. Ya no se puede esconder, uno de uno mismo. Es la cruel venganza que este mundo nos ha preparado. Una trampa que alcanza las peores carencias que se puedan tener. Cuando se habla de perder, la propia aceptación. Y se llenan de rencor, lastiman a otros antes de ser heridos. Por un partido perdido, por una mirada que ya no mira. Y nadie admira, todos compiten por una lápida en el cementerio.
Terrible desconsuelo, cuando se dan cuenta ya es tarde. Se creen los más grandes, pero se sienten nada a la hora de ser. Porque el amanecer, no sale de noche.
Se escudan en el temor al sufrimiento. Por si alguien los lastima. Pero no se fijan en la peor de las crueldades en las que caen. Ser los autores del dolor ajeno. Un misterio que no tarda en resolverse. No ser inocentes, matar por miedo a perder. Una pena fiel a los pobres de alma y de espejo. Un destello que no los ha reconocido desde el principio, fieles enemigos de su intimidad; desconocidos de la realidad de aceptarse tal cual son.
El amor es entre dos. Sino no es amor genuino.
Por más espíritu divino, por más grandeza y popularidad. Por más deidad que se crea, por más que el espejo lo engañe a diario. No hay nada más cercano que la persona amada, cerca de uno.
El amor de uno, siempre es para otro.

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