NO DESPLEGÓ SUS ALAS...

El vuelo estaba condenado si no elegía algún día volar. El fuego estba congelado, si no podía un día brillar. Ojalá pudiera entender la libertad de quien elije olvidarse de su propia naturaleza. Para pasarla como pueda, en este largo camino a casa.
Quisiera entender a la mediocridad, cuando se quiere vivir con calidad, y se piensa sólo en el placer propio. Cuando es un estorbo el que ama con fidelidad. El que elije atravezar las barreras y encontrar, el tesoro que nadie conoce. Cuando esos ojos deciden no mirarse nunca más al espejo. Y eligieron el desconsuelo, vivir todos los días un poco menos.
Un destino lento, que llega desabrido y poco vital. Un sol que no da más, no comparte su luz con nadie. Un vuelo cobarde, que nace y muere en el ombligo. Donde los sueños se han perdido, de donde nunca pudieron salir. Una mujer que no puede más, y sigue eligiendo no volar.
Y arrastrarse en la miseria de sus alas no desplegadas. Yo pensaba que la maldad la había lastimado. Me siento un tonto por haber intentado que ese vuelo se iniciara. Cuando no están las alas, no se puede volar. Nii lejos ni cerca. Una mirada intensa que ha perdido profundidad.
No es mala persona por ello. Sólo que no la entiendo, jamás podrá mi corazón comprender que habiendo tanto amanecer, elija la oscuridad del encierro. Y la seguridad de lo incierto. Eso no es vida.
Que ni en su amiga encuentre a alguien querido. Sabe que su camino está torcido, pero no quiere ni puede enderesarlo. Porque su orgullo no acepta una mano simple y amable. De quien comparte su vuelo para que otro pueda conocerse. Un amor incipiente que no puede brotar de la nada. Que duerme sólo en su cama, tal vez un poco triste porque aún se elije sufrir en este mundo.
No voy a escribir más sobre su vuelo. Porque no se ha iniciado. Y nunca más se iniciará. LLega hasta acá la aventura que no ha empezado.
Porque la libertad a veces encuentra esas salidas.
Ahora entiendo por qué los mendijos se juntan en la esquina del callejón.