lunes, 30 de julio de 2012

EL HOMBRE QUE AL AMOR LE TEME.


Escrito por: María Gómez Andrade.
Nació en cuna de oro. Brillante y resplandeciente, pero incapaz de albergar.
Creció entre juguetes de cristal. Magníficos, hermosos, pero imposibles de tocar. Entre la suavidad de sabanas de mil hilos, que reemplazaron las manos de Mamá.
Papá le abrió las puertas del mundo, pero no lo dejo entrar.
Se rebeló, construyó y se propuso trazar su propio camino. Pero del amor, todavía no sabía hablar.
En sus pasos conoció los cielos, pero no los pudo volar. Capto su magia, su esencia; pero lejos quedó de hacerlos real.
Construyo ideas pujantes, y palpó algunas en impresionante realidad. Pero en el amor quedo precario y él siempre esperando más.
Se enriqueció de las cuestiones más bellas, incursionó por los senderos del saber. Pero quedo vacío, y solo, pues por el amor no se dejo ver.
Comprendió grandes teoremas, pero quedó incapaz de traducir la mínima caricia. Malinterpretó la ternura. Su desnudez le hablo de fragilidad.
Se desmorono fácil frente al amor que lo envuelve. En vez de dejarse abrigar. Prefirió el calor de lo conocido, aquel que pensó, no lo iba a desarmar. El calor de la estructura y el refugio de las ideas. Brillantes, pero carentes de esencia. Y así, renuncio a sus alas, y decidió no volar.
El viento despeina demasiado, y el aire en la cara se siente mal. El vértigo no habla de novedad, y es sinónimo de falta de estabilidad. Podía caer… y desde allí, mejor terreno firme pisar.
Es mejor el gris, los colores generan taquicardia y molestan la visual. El gris es su marcha… sus ruedas, el camino que quiere transitar.
En las rutas va con Mercedes. Fiel, noble, estable. Tiene la fría compañía por él tan conocida. Es mejor. Siempre estará y podrá responder a la medida de su necesidad. Princesas como ella, en el mundo real no encuentra ni habrá.
Pues en el amor no hay más que alas y cielos que volar. Es la desnudez del encuentro, y la belleza pasa por otro lugar.
Y así camina hoy día. Con aplomo, destilando poder; pero carente, y solo, y vacío; sin llegar a ser.

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