Todos están preocupados por llegar más alto, por llegar más lejos. Se ve
que nos ha quedado de nuestros ancestros, pegado, en la sangre ese objetivo.
Llegar lo más alto que haya existido, hasta la copa del árbol más grande. Los
monos son animales, nosotros nos parecemos. Pero no nos comportemos como ellos,
a la hora de pensar las metas.
Pelear por la banana, trepar a ver quien gana. Quedarse con la mona más
hermosa. Morir en la selva amazónica o pensar en dormir todo el día la siesta.
Parece mentira pero es ciencia cierta que el hombre no ha evolucionado en sus
objetivos. Que piensa siempre lo mismo. Cambió la fruta por la verdura. La
lucha es absurda, todo por una zanahoria. Que con ayuda de la Historia y algún
experimento genético se transformó en esto, siendo en el principio una banana.
Evolucionar las ganas. Pensar en el otro. Dejar de saltar de rama en
rama y poner los pies sobre la tierra. Es algo que cualquiera pudiera, pero
parece que es imposible. Caminar sobre las dos piernas y dejar de pensar en
cuatro patas. Las manos hacen falta, pero no para agarrar la próxima rama.
Evolucionar nos hace falta. Seguimos robándole hasta los piojos al otro.
Rascando en vez de acariciar. Golpear en vez de hablar. Y todo esto colgados de
la rama. Sentados en cuatro patas, evolucionadas en forma de silla. Una mesa
bendita con las mismas frutas de la selva. Carne, como la de cualquiera. Somos
monos evolucionados. Cambiamos en algo, ya nos sentamos en otras cuatro patas.
Aunque no haga falta, porque las conductas siguen siendo las mismas. La comida
está servida y casi nadie ya respeta el turno. Abalanzados y absurdos,
hambrientos matamos a alguien que se haya puesto en el camino. Sedientos, somos
capaces de chupar la sangre. Secos, por dentro, a todo le ponemos precio. Hasta
la copa del árbol.
Seguimos siendo monos. Y aún nos sorprendemos cuando vemos en ellos
algún rasgo de inteligencia. Y no nos queda sorpresa al ver tanta animalidad en
nuestras conductas. Una mirada injusta. Tendenciosa y conveniente. Para mirar
que inteligente se ha vuelto el mono. Y mirar, exhorto que brutos nos hemos
vuelto.
Insisto con la consigna. Insisto con la sentencia. No es llegar ni más
alto ni más lejos. No es matar a quien se ponga en el medio. No es dominar a la
manada. Ni sacarle provecho a la esclava, reduciéndola a lo mínimo posible. Es
entender que ya hemos sido y que ahora debemos dejar de serlo.
Monos durante siglos.
Hombres… aunque sea por un momento.
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