Civilización sin barbarie. Simplemente una teoría imposible. Irrealista.
La cultura no civiliza. La civilización no siempre educa, pareciera que
margina. Porque no le da lugar a todos, porque no valora a todos. ¿Por igual?
¿Es posible? Una irrealidad que se está notando. Una decadencia que va
aumentando en su dimensión, en su profundidad, en su crueldad. La civilización
sin barbarie es una mentira que ya no compra nadie.
Por lo cual, estamos en peligro. Cuanto más avanzamos parece que más
retrocedimos. Desde un extremo al otro, los ejemplos ya no son remotos. Tienen
consecuencias incalculables. Y de proporciones inexplicables. Cuanto más
sofisticada es la civilización, más cruda es la barbarie. Y más se nota la
deferencia. Menos se toleran las incongruencias. Más se lastima. Una decadencia
que se encuentra en la esencia misma del crecimiento de una sociedad. En su
germen habita la solución y el problema. Una trampa para cualquiera que
pretenda purificar la civilización de las imperfecciones, que en sí misma
contiene.
Hablamos de la exclusión. Hablamos de la incapacidad de ella para
calcular el valor exacto de cada uno de sus miembros, o esclavos. Ignorando un
concepto básico, que levanta polvareda, no somos todos iguales y eso lo sabe
cualquiera. No confundamos conceptos, seamos bien claros en esto para que nadie
se ofenda. Ni pretenda mezclar la hacienda con el olmo. No hablo del valor de
la vida humana, hablo de las diferencias innatas en las propiedades de cada
uno. De los roles y las funciones que se ejercen dentro de una sociedad, en la
construcción de una civilización. Lo cual no implica que se pueda lastimar ni
aniquilar, nadie justifica la violencia. Estamos hablando de las diferencias
por las cuales muchos se creen más y otros quieren masacrar.
Mientras, seguimos siendo monos.
La civilización conlleva principios básicos que van más allá de la
educación. ¿Acaso no han visto a miles de ricos poco civilizados? Implica una
función interna de estructuración, donde los principios son pilares
constructivos que le permiten manejar y canalizar los instintos o las pulsiones
básicas que vienen desde el cuerpo haciendo un camino largo y paralelo hasta
llegar a las alturas de la mente. Una energía emergente que, sin estructura, se
condensa y se pone densa a la hora de empujar. Por lo cual, la barbarie y la
sangre logran apoderarse de un campo tan grande como es el ser humano. Más allá
de lo humano, más acá de lo enseñado.
Una teoría que nos han enseñado. Una práctica que ellos mismos no han
realizado. Porque la animalidad se domina desde arriba. Con el poder y la
autoridad que están por fallecer, en una larga letanía de condenas y morfinas.
A la civilización se la ha vendido por un puñado de enemigos y unos cuantos
billetes. Porque no les ha convenido a los simios la civilización como forma de
dominio. Eran muchas las preguntas y pocas las respuestas. Entonces, ha servido
más la barbarie para llevar a la masa a ser cada vez más ella.
Para eso nos han enseñado algo muy lejano. Para que siempre nos
mantengamos alejados de nuestra propia realidad, una vida educada y civilizada
que se está alejando de la prosperidad porque ellos manejan la selva. Con poca
propiedad y mucha leña hecha de los árboles caídos.
Que no son los enemigos.
Es lo aprendido.
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