lunes, 30 de julio de 2012
CON LOS PASAJES EN LA MANO. Y UNA PIERNA ROTA.
Un mal que afecta a la mujer moderna. Tanto como para ir trepando y saltar, sin estar colgado. Caer de un lado, justo en la medianera. Un problema que pocas veces se cuenta, y que muchas madres padecen.
Tener los pasajes en la mano y dejar a sus hijos. Para irse, a donde el destino ha dicho. Por seguir una vida que debe ser hecha y vivida, por más mochilas y mosquetones. No es abandono ni perdida de ilusiones, no hay dolores en juego ni siquiera riesgos. Pero a ella le cuesta mucho. Separarse, para irse de viaje, aunque sea por un segundo.
El tema no es para cobardes. Y aquí se me abre una disyuntiva, o un dilema, mas bien diría. Si la caída fue o no por el viaje. Un intento, impensable, para evitar semejante cruzada. O simplemente, irse con una mancha mpas, en la pierna izquierda. Para que nunca se olvide las secuelas de este pequeño gran paso.
A ella le tiendo una mano. Espero que no se lo tome a mal. Pero a veces es mejor empujar, que contener y anular. Ella debe saltar, hacia el próximo paso. Soltarse de las manos y poder volar. Ella verá que un tropezón no es caída, que ni los cinco metros son una vida. Ni podrán terminársela.
Las paredes siempre están, a veces para molestar, otras veces para apoyarse y pensar. Para ella, las paredes están hechas para rebotar. Y que le dejen una marquita más, total, ¿que le hace una mancha más al tigre?.
Los pasajes en la mano, pero el vértigo no se hace extraño. Ni siquiera las preguntas se toman el barco. Ella se irá a lo alto, a tocar el cielo con las manos. Y el silencio abrazador, de ese compañero que tanto tiene para decir. La vida es así, algunos pueden llegar a la montaña, subirla y treparla; mientras otros nos quedamos abajo. Viviendo en lo más alto, o sintiendo la caída. La verdad es así. No tiene vueltas ni pasajes. Un asiento más adelante y la aventura se puede compartir.
Ella debería ser feliz, porque puede seguir su vida. No hay obstáculos que podrían anular semejantes fuerzas. Y a los pequeños que deja, les va a enseñar algo. La fuerza de lo humano vive en el corazón de su madre.
Niños, así jamás serán cobardes, porque la leona vive en sus casas.
Lo mejor, por más que tenga rota la pata. Son los pasajes al cambio. Una aventura que se trae grandes sorpresas entre manos.
Salud.
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