Estamos muy
acostumbrados a separar los planos de la realidad y a nombrarlos de maneras muy
diferentes. Nos han enseñado que lo concreto es aquello que tenemos al alcance
de nuestras manos y que todo lo demás debemos soñarlo. Estamos tan equivocados.
Nos hemos alejado de la verdadera realidad. La imaginada.
Los sueños se
alcanzan si uno se ha despertado. La imaginación no existe sino la pensamos
como real. Porque esos que nos imaginamos genera un efecto, aunque no lo
veamos. Eso, está dentro de nuestra realidad, es parte de nuestra vida. Y nos
han hecho pensar que “imaginar” es como soñar lo que jamás se alcanzará. Nos
han desviado.
La imaginación como
tal, según las enseñanzas clásicas, no existe más. Nunca ha sido una realidad,
sólo fueron formas de frustrarnos. Hoy, estamos en condiciones de clarificar
las verdaderas cuestiones que están dentro del imaginar. Porque podemos pensar
con libertad, porque podemos darnos cuenta que la única manera de llegar más
allá es soñando. Es despertando la función del imaginar. Y dejarla desplegar
sus facultades.
La imaginación como
esa función fantasiosa e irreal no existe más. Hoy vemos que la imaginación es
real, que es una realidad no separada de lo demás. Y es la conexión simultánea.
Es la canalización que llevará a la producción de realidades, que llamamos
“concretas”. No separemos más aquello que nunca estuvo separado. No dividamos
más para creer que podemos gobernar, si no nos animamos. Empecemos a pensar que
la imaginación y la realidad son la misma cuestión, sin cambios ni
modificaciones.
La imaginación es
realidad. Que genera sensaciones, emociones y pensamientos. Que genera sus
efectos al igual que lo concreto. Sin diferencias. Entonces, empecemos a usarla
en su verdadero potencial, como canal de comunicación, como el punto de
iniciación. El comienzo de todo.
Todo lo real antes
fue imaginado.
Allí es donde el
Todo empieza. Ahí es donde se gestan los verdaderos monumentos de una vida. Los
grandes sueños, los objetivos y las metas. Los medios para llegar a la cima,
las maneras más expresivas del sentimiento y la pasión. Todo pasa por la
imaginación, antes de ser una manifestación. Entonces, admitamos que esa
imaginación es real, es una realidad concreta y palpable.
Y ver la inagotable
posibilidad de lo posible. La imaginación como un soñar no existe. Es una
experiencia concreta en todas sus dimensiones. Es una vida llena de riquezas
que se conectan con las circunstancias palpables. Y se manifiesta. Solamente
nos cuesta un poco entender, aprender y trabajar.
Si pudiéramos dejar
que la imaginación real se manifestara empezaríamos a aprovecharla en todas sus
capacidades. Es simple, es inagotable. Es un caudal infinito de lo infinito sin
límites.
Una posibilidad
para lo real.
Una continuidad
absoluta.
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