lunes, 30 de julio de 2012

ESTE CRUDO INVIERNO...


Empezar una mano con el cuatro de copas, es empezar por atrás esta gran ronda. Un invierno más que no se agota, de llenar de pinguinos una cama aburrida que no conoce ya de abrazos ni de mimos. Es la de un amigo, yo no tengo nada que ver.
Un invierno frío. Muy lejos de la primavera. Una temporada incierta que ya la memoria no recuerda su comienzo. Allá, en los tiempos inciertos donde todo era papel picado y ruido a fiesta. Allá donde ya se esconden los buenos tiempos, bebiendo una cerveza ya añejada. Olvidada porque nadie más la agarró del pico.
Un invierno frío, que se hizo amigo y no se quiere ir. No quiere dejar de sentir que es protagonista de una vida, que espera una brizita de calor. Un olor perfumado que venga a rescatarlo. Y por fin salga el sol.
Un invierno azotado por las sombras del sol, que el calor está atrazando. Alguien que se ha tomado todo un río y no puede olvidarse el olvido que la trae siempre un poco más. Es lo de siempre, cuando una copa se rompe, el tiempo tarda en secar el pegamento de los restos. Maestro, casi experto de una ceguera que no puede dejar de mirar. Por la ventana incierta, ese paisaje que aún no trae las flores de la primavera. ¿me habré olvidado de sembrar esta tierra?
Tal vez fue la enredadera la que terminó de ahogar, a esas hermosas bellezas que no se acercan, para hacerme brotar. El capullo que luego hace fruto, si encuentra donde germinar. Una escarcha que no deja de enfríar las sábanas viejas con demasiadas cicatricez que no puede planchar. Serán las arrugas, que el tiempo dejo olvidadas. Serán las marcas que una almohada se ha llevado, a otro lugar.
Por la epoca y los tiempos, a este invierno le queda poco tiempo. Porque veo muchas primaveras alrededor, muchas hermosas y bellas que empiezan a cosechar la alegría, porque la primavera las invita. Y ahora me quieren combidar.
A ellas les agradezco la intención y el consuelo. Dicen que no hay perro viejo, si aún sigue siendo sabueso. Dicen que lo aprendido no se va con el olvido. AUnque las dudas se acordaron de mi. Y me perdi en la ronda del sorteo. ¿Perdí mi número viejo? Se me habrá caído al suelo? Espero poder levantar, las miserias que se transforman en grandezas, pequeñeces que se enrgandecen, y levantan el ego hasta el cielo. Una herramienta que encuentra su tuerca para atornillar. Una llave inglesa que en la argentina, se siente extranjera, porque nadie le da bola. ¿Se habrá oxidado?
Ya se acerca. Lo sé y el cambio así lo anuncia. Es una denuncia, porque la primavera viene tardando más de la cuenta.
Estamos en febrero.

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