jueves, 4 de abril de 2013

La rutina desgasta a la pareja?? O....




Se dice que la rutina es el peor enemigo de la pareja, la razón de la extinción del matrimonio como institución perdurable en el tiempo. Pero, creo, después de ver que la mayoría de las consultas son por problemas de pareja y que los divorcios están aumentando es tiempo de replantearse un poco el asunto de la convivencia, la rutina y las relaciones. Un mundo que está llegando a su fin. Un fin que no nos deja empezar un mundo nuevo.

Es fácil echarle la culpa a la rutina, como si fuera un arma homicida que asesina a sangre fría a la relación de pareja. Pero me parece que esta vez la carta cayó al revés y la cuestión es exactamente opuesta. La pareja desgasta la rutina de una relación que había empezado con todas las ganas y con toda su fuerza. Y queda desbastada tras la larga sequía de expresiones que se van perdiendo en un tiempo donde lo nuevo ya ha quedado en el pasado. La pareja es la razón de esta cuesta arriba que se transita con una mochila muy pesada. La pareja que se construye día a día cae en desdicha cuando a uno se le fue la mirada. Y pierde esa llama que había alimentado la pasión, donde cada gesto y cada respiración son como el agua bendita. Pero ese día, en un momento determinado, un gesto helado marca la diferencia.

Y la rutina no se entera, pero las cosas empiezan a cambiar. Ya no es igual, se huele pero aún no se entiende. Se siente pero no se sabe por dónde vendrá el tiro. Y lentamente, algo se empieza a morir, aún sin sufrir, evitando el dolor y con mucha negación dando vueltas. Una jauría hambrienta de agujas que pinchan el gran globo. Finitos agujeros por donde se escapa el aire de un sueño que ya no puede volar. Y le queda poco para respirar. Hasta terminar en el suelo. Sin ganas ni fuerzas.

El cambio, es la paradoja de la rutina y su cadena perpetua. Cuando uno ama puede hacer mil veces lo mismo, con esa persona amada. Y nada la desgasta, ni la empaña ni aburre. Cuando uno ya no ama, no puede hacer ni siquiera dos veces lo mismo, ni algo diferente. Cualquier cosa genera fastidio, aún el mejor gesto, aún la mayor sorpresa puede caer sin freno. Tantos hablan del desgaste producido por hacer siempre lo mismo, tantos se están equivocando, porque el problema no es lo mismo, sino que uno haya cambiado. El asunto que pone todo esto en peligro es que el sentimiento ya no sea el mismo y el ocultamiento es cansador.

La rutina no es la lija de la relación, que de tanto pasar por ella la termina desgastando. Todo lo contrario, es lo que le puede sacar las asperezas cuando uno quiere tener un amor refinado, pulido y exacto; acorde y a la medida. Trabajado, acariciado y sentido. Mientras, la indiferencia le hace un rasguño a la nobleza de la entrega de un ser al otro.

Es la relación, mal llevada y mal concebida, la que arruina la rutina de un proyecto soñado. Este es el trabajo de la vida cotidiana. No es empezar con las aventuras ni las salidas espontáneas, no es agregarle sal y pimienta si está cruda o pasada. Mucho menos es inventar excusas para volver a la adolescencia.

Asumir las consecuencias y entender que la vida cotidiana no es enemiga de la rutina, mucho menos dentro de una relación de pareja.

Nada se desgasta por los días.

El amanecer sigue siendo un nuevo comienzo, todos los días.

 


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