domingo, 14 de abril de 2013

Amas de casa. La transformación rutinaria de la mujer.




Se han visto transformaciones en el último siglo pero la de la mujer es la más importante y la más profunda. Pero estas mismas transformaciones se van dando en el ciclo de la vida, en casa y por culpa de la rutina. Cambios que no se entienden, cambios que se intentan explicar pero cuya realidad supera cualquier ficción, aún esta.

La mujer en su largo camino hacia la intimidad del hogar pasa por una mutación inexplicable y sin razón. O con demasiadas. Posiblemente la causa desbocada sea la perturbación del hombre con su condición masculina; tal vez sea la rutina o el paso del tiempo. No sé si puedo explicarlo, si puedo contarlo en pocas palabras y algunas líneas. La vida de la mujer, los cambios de la ama de casa, que se hace dueña y ama. De diosa deseada a bruja o a desdicha. No es un espejo de la experiencia personal, la soltería permite conservar en formol la mejor visión de la mujer. Y sus cualidades.

En un comienzo son lo más hermoso del planeta, al punto que el hombre la desea y habla del amor de su vida. Empiezan las salidas y la crónica de una muerte anunciada. Algunas no pasan del segundo encuentro, posiblemente porque ellos son más femeninos que los amigos o porque la mentira tiene patas cortas. Las que sobreviven a esa escoba suelen llegar a ser más; un lugar que se le da a la mujer en los últimos tiempos, que es mejor que los viejos, donde quedaban limitadas a una función y a una tarea. De allí la revolución que, no sé si mejoró o lo complicó todo, pero que les dio un poder que deben aprender a usar. En lo cotidiano.

Una vez que han amado, llega la formalidad de una relación y hasta la convivencia. Y allí empieza la transformación en lo cotidiano. La ama de casa se convierte en dueña y patrón, con reclamos y a condición, exige y demanda. Se queja y proclama todo el tiempo sus quejas, sus planteos sin solución. Esa mujer, para ese amor, se convierte de a poco y todos los días, en una mujer distinta. Sobrepeso de peleas, belleza que se queda atrás en el tiempo y los defectos que se hacen protagonistas. Una transformación para nada sencilla, de causa desconocida o probable. Es raro que la mujer que uno ame se convierta en este suceso, al poco o mucho tiempo; pero parece ser una regla.

Es raro ver que una flor se convierta en una espina por el simple hecho de convivir todos los días. Es extraño que el amor que embriaga sea luego una patada al hígado o un terrible dolor de cabeza. Me resigno a aceptar que el tiempo todo lo arruina y que esa hermosa caricia termine siendo una áspera carraspera. Dicen que la culpa es de la rutina, dicen que la primera impresión siempre es una mentira de la ilusión que se desespera por encontrar una salida.

Si es cierto que en un comienzo esa mujer suplica por un hombre y que sea su dueño. Y que en el tablero de la vida cotidiana son las primeras que cantan "jaque mate" al rey.

Una transformación que corre por las venas de la historia. Que posiblemente condena a las parejas a su fracaso anunciado.

A tener fecha de vencimiento.

Por culpa de ambos.





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