domingo, 4 de noviembre de 2012

Todos ocultamos algo. Por no decir mucho.



Existe la sinceridad? ¿La honestidad tiene límites? Pareciera ser que la humanidad es el límite de lo claro y lo sincero. Nosotros somos nuestra propia trampa. Porque todos ocultamos algo. Nadie cuenta todo, ni siquiera en el espacio más privado ni asegurado. Siempre guardamos algo, por no decir mucho. Nada puede ser totalmente transparente. Algo siempre queda velado. Oculto.

El ser humano tiene una naturaleza extraña. Impropias son las pretensiones de absoluta claridad y honestidad frente a cada pregunta. Absurda pareciera ser la persona que quiere ser totalmente fiel, sin creer que algo se esconde. Si Dios hablara, no se salvaría nadie. Si se pudieran leer los pensamientos, ¿cuántos secretos se sabrían? La Humanidad sería tan distinta, que no lo podríamos tolerar.

La luz fue concebida desde las sombras. Su antecesor, fue su gran gestor. Y cada objeto en este mundo, tiene su reflejo y tiene su lado oscuro. El que algunos, hemos aprendido a ocultar. El que otros, con o sin maldad, lo han explotado como estilo de vida. Victimizando y acosando, dejando sus marcas y sus huellas. El secreto espera ser descubierto.

En el secreto siempre hay alguien inmerso. Entonces alguna vez se sabrá.

Todos ocultamos algo. Y siempre lo que se oculta es mucho. Porque se acumula en el mismo rincón. Porque la mugre siempre se amontona. Aunque, para ser justo, no siempre lo oculto es necesariamente malo. Hay muchos samaritanos de los que nadie se entera. Hay mucho excelente ser humano que no se da a conocer, ni quiere ser parte de ese escenario multitudinario.

Igual, estos artículos están dedicados a aquellos que han hecho de las sombras su deporte predilecto. Un estilo de vida, una forma fortuita de molestar a los demás. Y de esconder algo. Los he escuchado tanto, los he visto hacerlo. Ocultar como si no los viera nadie. Mentir para no ser descubiertos.

Todos ocultamos algo cierto, claro y definido. ¿Por qué no lo decimos? Porque no sería igual. El sabor de ocultar más la censura del otro, sería perder el filtro y dejar entrar a cualquiera. Sería aceptar que las fronteras no tienen razón de ser. Y que no se saborea el gusto de lo oculto. O lo prohibido.

Sólo lo explico. No lo fomento ni lo incremento. Hablo de una realidad que está muy presente en nosotros. La sombra es parte de todos, la sombra es parte de la esencia. No necesariamente de la miseria, aunque se sientan juntos seguido.

No está permitido. No se supone que esté bien. Pero hay que reconocer que todos ocultamos mucho.

¿Ocultar es igual a mentir? Ocultar es ocultar. Una verdad evidente, para los ojos que no lo sienten y ni se enteran.

La verdad queda afuera, de esta discusión. Y la realidad da la ocasión para jugar con sus cartas. Porque es ella quien da la pauta para hacer sombra con las luces.

Todos ocultamos algo.

De eso vamos a hablar.








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