Es una relación compleja. Más que las relaciones habituales. Por la cantidad de contenido que se involucra, por la intensidad de lo vivido, por sus circunstancias y sus limitaciones. Condensar toda una vida en un vínculo para trabajarla, revisarla y curarla, trae un alto compromiso y un riesgo enorme. La relación terapeuta-paciente es una de las más vívidas que he conocido, presenciado y sentido. La más comprometida, por ser desigual la responsabilidad, por su carga emotiva y sus oleadas afectivas. La más conflictiva por la apertura que conlleva y la temática que nos convoca.
Pero sufre de malos entendidos. Afuera y adentro. Es obvio, se trata de dos personas y su base es la comunicación, ya al empezar están dadas las condiciones para el equívoco y las malas interpretaciones. Se confunde la intimidad necesaria y la requerida, con la distorsión y la perversión. Algunas mentes perdidas mezclan la seriedad con el descontrol, porque simplemente hay dos personas reunidas. Incluso están aquellos que quieren confundir más y tergiversan las cosas, pues sexo no es necesariamente amor, y del amor nadie está exento. Eso no es hacer mal las cosas.
Empecemos a ser claros. Para no prestarnos a las mezclas oportunas de esos que quieren desprestigiar la profesión o al psicólogo. Es una relación sumamente íntima, sino nadie se abriría a contar las peores pesadillas o sus secretos más privados. Parece que la gente ha perdido la capacidad de intimidar sin tener dudas de las relaciones, hemos perdido la confianza necesaria para compartir un problema en estas condiciones. Todos piensan mal. Tienen la cabeza un poco sucia. Se requiere una atmósfera cuidada y un marco bien sostenido para poder ofrecerle las garantías a una persona y que se abra para que pueda ver sus sombras sin salir lastimada ni morir ahogada por la angustia. Eso es intimidad en una relación terapéutica.
Estas condiciones no generan dependencia, ni sumisión ni lavados de cabeza. Esas cosas se hacen en la peluquería y allí nadie se siente ni sometido ni psicopateado. Cuestiones difíciles de clarificar, pues pocos se pusieron a pensar los verdaderos motivos de la dependencia, y sus consecuencias en el trabajo terapéutico. La relación cercana, casi quirúrgica con el paciente no despierta los anhelos de dependencia, los cuales tampoco tienen todos. Uno puede empezar a querer mucho al profesional, o al paciente, y eso no perjudica el trabajo realizado, si uno tiene en claro para qué están reunidos. El afecto es inevitable, para ambas partes. Eso no desautoriza el trabajo ni la seriedad con que se realiza. Del otro lado está la frialdad, de la que también nos suelen acusar, y aprovechan para cuestionar los honorarios y la frecuencia. Aceptemos que el trabajo no genera dependencia, sólo se establece en aquellas personas que tienen esas cualidades no resueltas. He visto a muchos adorar terapia y venir con muchas ganas y entusiasmo, eso no es dependencia ni confusión, es un logro producido por la relación que permite transitar lo peor de una vida, de la mano de otro en las mejores condiciones posibles para hacerlo. Con seriedad y resultados. Es una habilidad del profesional llegar a conseguir ese ánimo en el paciente. Entiéndalo bien.
Hablan de sexo, de intimidad, de honorarios y de frecuencias. Si quiere pensar mal podrá ver allí el terreno propicio para desarrollar su sexualidad y un buen negocio, claro está que entonces usted no será un buen psicólogo y nadie le derivará. La gente no es tonta, no la subestime. Asumamos la responsabilidad de pensar una relación con la mente clara y sin impulsos dando vueltas.
Lo mismo sucede con los objetivos establecidos. Si algunas personas quieren responsabilizar al profesional por las decisiones asumidas allí adentro, están en su derecho, pero no es la verdad. No quieran engañar a otros, derivando las razones y reduciéndolas a manipulaciones porque no es ser fiel ni sincero, con el otro ni con uno.
Hay muchos malos entendidos. El marco se presta a ello.
Pero es la sociedad la que sobrecarga con sus cuestiones no resueltas. Son las fantasías las que se encargan de proyectar la mejor película, casi un divague.
Allí adentro se trabaja con seriedad y muy comprometidos con la causa.
Vale la pena aclarar el panorama, aunque se que las fantasías seguirán.
Más allá de la realidad. Y la terapia.
Es curioso como los años pasaron y ahora volvi a hacer lo que hice ese dia, lo mismo, y me llevó hasta un lugar del que sos parte. O quizá protagonista, no se si sos solo vos el que escribis o hay más. No esperaba encontrar este tipo de información en realidad jajaj. Buscaba otra cosa, y me trajo hasta acá. Y que bueno que me trajo, porque quiero decirte que creo que soy un testigo de que tooodo lo que pusiste acá, en este articulo, es real!!! Estaría buenísimo que la gente lo entienda, hay mucha mala fama... lo voy a compartir así lo leen mas personas! re lindo Juan! y super claro. Y realll, sobre todo.
ResponderEliminarbesotes
Sol.