domingo, 4 de noviembre de 2012

La mente le gana a la muerte




La muerte juega una pulseada. La más intensa de su Historia. La mente le cobra a la muerte la última partida.

Ella le gana cuando quiere. Porque la muerte pretende, siempre, llevárselo todo. Por ser de un carácter caprichoso, se lleva al cuerpo cuando sabe que pierde. Pobre inocente, cree que allí termina el juego. Pero la mente está primero, ella sabe como sobrevivirla. Deja sembrada una semilla, son las ideas vigentes. Las que nunca mueren, las que no perecen con el tiempo. Ni envejecen ni se empobrecen, no tiene fecha de vencimiento. Siempre alguien mantiene ese hilo de vida.

La muerte pierde la partida pero aún no resigna todo el juego.

Quiere engañar una vez más, para llenar sus cementerios con huesos. Cajones del cielo, de almas que se quedaron atrapadas, en una tierra escasa de generosidad y compañía. Una dulce mentira que la dama de negro sigue vendiendo. Para que los hombres contentos pierdan las esperanzas. Y así se deshagan de las cualidades y poderes de la mente. Porque un hombre que es sirviente, ha dejado de pensar. Entonces pierde la humildad y no se mira al espejo. Deja de pensar, y su mente se apaga lentamente.

La mente gana cuando quiere, pero una llama debe siempre mantenerse encendida. Porque así es la partida, contra esa dama indulgente. Que llena sus listas con gente, y las pasa a buscar siempre a la hora justa. Una dama puntual, que no sabe de llegadas tardes. Ni de morosos incobrables.

Como la mente sabe, las deudas en este mundo abundan. El hombre no quiere ganar, porque no sabe qué hacer con los logros. El éxito es para pocos, porque pocos se lo han permitido pensar. Y no seamos literales, el pensar va más allá de lo intelectual, es soñar con el alma en conjunción con la mente serena, la que sabe de certezas, la que conoce sus causas y orígenes. La que no cuestiona si mide lo suficiente.

Están frente a frente. Mirándose a los ojos. Ambas damas que dominan el mundo. Con la misma capacidad creativa. E inventiva para hacer su obra siempre original. Las nueve maravillas y los siete pecados capitales. Sentadas en un escaparate pensando qué precio le pondrán al siguiente evento. Un segundo de nuestras vidas furtivas. Dominadas por esas damas extrañas, a las que nadie se ha atrevido a enfrentar. Aunque sea para preguntar cuál es el motivo de su gobierno. Una masacre o un infierno, un autoritarismo o un genocidio.

La posibilidad de la vida eterna. Por esto ellas se enfrentan y gana la mente una vez más.

Por insolente.

Por sorprenderse cada minuto de sus potencialidades.

No es un artículo delirante, sólo debe pensarlo un minuto. Todo lo que ha sido de este mundo fue alguna vez pensado. Luego, inventado para poder ser materializado. Y compartido con los demás.

Nada se escapa. Igual, nadie vivirá para siempre.







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