Tenemos un problema serio, como seres humanos, no soportamos el día a día. Entre los miedos, la historia, las cuentas vencidas y las que hay que pagar (sin hablar de la cuestión económica) el día a mucha gente le pesa y lleva su vida como si fuera una inmensa mochila cargada de cosas pendientes. Sin ver que pasan los días, porque espera con ansias el fin de semana, para después deprimirse el domingo. Todo pasó rapidísimo y no le quedó casi nada. ¿Qué nos pasa, cuando algo nos pasa?
No encontramos la salida. No entendemos nada. Ni acá ni allá, en algún lado debe estar, pero nunca es el que había elegido. El deseo que llena de intrigas y miedos, se evita por la ansiedad que despierta. Se niega hasta que llega el momento, después se quejan porque ha pasado demasiado rápido. El lunes porque es el comienzo, el martes porque todo recién empieza, el miércoles porque es la mitad de la espera y el jueves porque estamos cansados. Ya para el viernes empezamos a alegrarnos y el sábado se vuela hasta la madrugada; para darle la estocada con la llegada del domingo; el anuncio del principio donde todo vuelve a comenzar. Pensar que hablamos de renacimiento y nos quejamos todo el tiempo de esos principios. Pensar que queremos terminar y rechazamos a la muerte cada vez que hace alguna de las suyas, con esos finales anunciados.
¿A dónde va el ser humano que se queda esperando y se queja de la espera?
Ansiamos algo y cuando lo tenemos ya queremos otra cosa. Consumo, dependencias y objetos. Vértigo y señuelos. Apuro y quietud. La eternidad por un momento y desear que todo se pase rápido. La juventud permanente sabiendo que nos falta madurar, la vejez que se lleva lo mejor de esos tiempos y una sabiduría que llega tarde al encuentro. Pasan y pasan los días, deseando que llegue fin de año; para que se pase volando un verano que se disfruto insuficiente. Los que no hacen nada, quieren hacer algo. Los que hacen, no quieren hacerlo más.
Día tras día, se escuchan esos lamentos. Querer conocer a alguien y querer salir corriendo. Empezar una relación para terminarla al poco tiempo. Formar una familia rápido para desarmarla más rápido todavía. Vivir la vida para sentir que ya nos estamos muriendo. ¿Qué nos pasa que nos quejamos del tiempo? Sin él no tendríamos noción de nada. ¿Qué nos pasa que nunca nos quejamos a tiempo? Siempre es tarde para haberlo dicho.
Esto no es un cementerio de lamentos, es el reflejo de todas esas personas que no soportan el día a día. Y que se escapan de lo que les está sucediendo.
Es un misterio que se sucede todos los días. Es el gran secreto, encontrarle la vida a cada mañana y sepultar a la luna después de velarla durante la tarde. Es el gran misterio, lo que corre por nuestras venas, entrando y saliendo por el motor del secreto.
Eso que nos da la vida.
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