domingo, 25 de noviembre de 2012

Por qué el secreto familiar condena?




Porque destruye la estructura por dentro. La pintura no aguanta y está pegada a la pared. El secreto condena a tapar de por vida. Un esfuerzo enorme de dimensiones que no se comprenden hasta que el agotamiento se siente. Es estar pendiente todos los días para que el enemigo no ataque, y el prisionero no se escape. Si el secreto condena una vida, ata como víctimas y toma prisioneros. Una deuda que se establece y pagarán las generaciones posteriores.

El secreto se esconde en las paredes de la casa. La familia convive con su presencia inerte, una presencia que no es ausencia. Pero que no se ve. El secreto se respira, mientras el aire se contamina y nadie lo percibe. Es de uno, pero encadena a todos. Participan los otros al ser los destinatarios del silencio. El ocultamiento los involucra, los convierte en testigos ajenos de un misterio del cual no pueden decir nada. Al ser partícipes necesarios, quedan involucrados como mínimo. Muchos son afectados, pues el saldo se distribuye entre los presentes. Es como una energía que se alimenta de todo, cuantos más participan, más se contaminan, más se comprometen.

Siempre el secreto es algo que no se le puede decir a alguien, pero que lo compromete sin saberlo. Es como el suicidio, un asesinato encubierto de otro, pues no muere solo quien se arroja a los infiernos. El secreto es una cadena que se ata entre dos o más personas, es una condena que pagarán varios. Los elegidos son los silenciados. Los testigos son los burlados. Los condenados son los elegidos. Y el secreto familiar es un miembro más, un miembro fantasma.

Condena porque se hereda, como un bien de familia. Se hereda porque se transmite al involucrar a las personas en su trama silenciada. Y es una carga porque requiere de atención, trabajo mental y emocional, pues no quiere estar más atrapado en las paredes. El problema más grave se siente cuando ya es parte de la estructura, cuando de tanto callar, los protagonistas son secretos a vivas voces. Cuando las mentiras son una forma de vida, la familia muere lentamente. Si el secreto es sobre dinero, la pobreza se acerca y alguien terminará en la miseria. Cuando de abortos se trata, algún pequeño morirá en la infelicidad y la historia se repetirá una y mil veces. La muerte se anuda al nacimiento y toma de rehén a la sexualidad. Una represión de más, y miles son los secretos. Algo se esconde detrás, es una miseria, una gran cuota de sufrimiento. Si de infidelidad se trata, las parejas de sus hijos serán fracasos desde el inicio, una homosexualidad latente. Pues la promiscuidad se cobra con la misma moneda. No pida nietos si sus hijos no son propios, no pida sinceramiento si la verdad en sus manos es una víctima abusada. No le oculte más la verdad, ella necesita construir su historia.

Una hija le suplica la verdad. Si no lo puede tolerar no se angustie si la familia se quiebra. No es culpa de ella, es sólo una consecuencia llamada condena, por su secreto familiar. Hay una unidad que el hombre debe respetar, no hay eslabones perdidos. Si el secreto involucra a los demás, ellos también pagarán el costo de esa miseria. Nada a esta altura es personal, nada muere en la individualidad por más que lo quiera. Al no poder mirar a los ojos, el otro se pierde en el espejo. Se siente el ruido de las cadenas, a los pies de la cama.

Creo que debería saberlo, después de tantos años. Aquello que usted ha hecho en aquellos tiempos, lo ha perseguido en silencio, por cada rincón, en cada callejón sin darle respiro. Todo lo negado está atado y en algún momento nos alcanza. Con solo detenernos un poco, el pasado se hace presente y sentencia al futuro a cadena perpetua.

Si no quiere la condena. Pídale perdón a su familia. No intente pintar su casa, las paredes igual se manchan de humedad. Si esa mancha huele mal, sus cimientos están en peligro. Le recomiendo con sentido, una alternativa, jamás será una solución, piense en los dos y salvará a sus nietos.

La cadena se ata al cuello. Y duele mucho el dolor.







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