sábado, 15 de diciembre de 2012

Hay un más allá?



Hay un más allá, eso es obvio. Pero las nuevas teorías y las viejas sabidurías plantean que ese “más allá” está tan acá como cualquier otra realidad. Y la dificultad nos corresponde según la manera de pensar, la cual limita o no la concepción de esa zona que ubicamos, naturalmente, muy lejos de nosotros.

Si el “más allá” no está tan lejos, entonces ¿por qué pensarlo a la distancia? Pareciera que hemos perdido el origen y necesitamos asegurarnos de que hay una orientación y una llegada. Alguien que nos espera. Algo allá. Nos es muy complejo pensar que ese otro lugar puede estar muy cerca, tanto como paralelamente, tanto como sumamente presente, tanto como aquí, aunque allá. Y no es un trabalenguas ni una exageración. Es modificar una noción de espacialidad que estorba el momento de meditar sobre otras concepciones.

Hay algo allá, eso es indiscutible. Y que hay vida es una obviedad. No somos originales ni mucho menos exclusivos de un universo tan grande. Demasiado para nosotros solos. No tenemos la capacidad para originar semejante perfección ni equilibrio. Por más que nos empeñamos en destruir semejante obra, siempre hay una señal, algo que se asoma desde otro “mundo”.

Si el hombre pudiera dejar de pensar todo en términos de dualidades podría entender y acercarse a otros aspectos de sí mismo y de su mundo. Si se pensara en aspectos de la manifestación, mucho más que matices de un mismo color, se podrían concebir dimensiones que aún nos cuestan mucho trabajo. El “más allá” es un aspecto más y continuo de esta realidad que establecemos “más acá”, tan palpable como modificable, tan cercana como distante, tan enriquecedora como comunicativa. No sólo disminuyen los miedos al incorporar estos aspectos sino que la comprensión y la magia aumentan de manera notoria para poder “manejar” esta realidad, este aspecto.

Hay un más allá, de eso no hay dudas. Y nosotros somos el más allá de ellos que nos observan desde allá. Entonces deje de pensar de esta manera, tan lineal como absurda y comience a integrar las múltiples visiones, aspectos y dimensiones que establecen que todo es todo. Acá y allá.

La muerte se indigna al leer estas palabras, pues pierde su misterio y deja de asustar. La vida “extraterrestre” es obsoleta en su concepción tanto como creer que el inconsciente no existe.

Hay un más allá de la mismísima mente humana. Y eso, está muy cerca de uno mismo. La profundidad de los sueños nos lleva a pensar que el más allá se manifiesta, en tanto que no hay nada más cercano a nosotros como el propio ombligo del sueño. Esa conexión con el más allá. Aquí.

Piénselo, mientras viaja para allá. Y no llega aún.








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