domingo, 21 de octubre de 2012
Un amanecer. El vuelo se ha iniciado.
Las primeras gotas del sol, salpican tus ojos con una mirada. El rocío de tus noches inunda con pasiones los bordes del alma. Los primeros rayos anuncian la iniciación de un vuelo; el comienzo del mañana. Todo principio sólo es el fin de una etapa; las noches y sus sombras se fueron a dormir en el refugio de tus brazos, de donde nunca debieron salir.
Son tiempos de transformaciones. Son momentos de intensa vitalidad. La duda aún se pasea entre nosotros. Los miedos siguen aullando prisioneros de sus propias virtudes. Tus ojos acostumbrados a la noche, duelen al mirarme a la cara. Son los rayos de una nueva luz, los que mojan tus pies mientras suben hasta tu espalda. Por detrás suyo, las sombras se pierden en el camino; por delante de ti un nuevo sol despeja el cielo, tu próximo destino.
Ondulante y petulante; sórdida e inocente. El mar acaricia tus manos cuando te arrodillas a acariciarle. La inmensidad te rinde pleitesía. Ceremoniales y protocolos se juegan en las nubes de los cielos. Una infancia que se aleja triste; una sirena que despliega sus alas.
En el horizonte las cosas se ven lejos. En tu presente solo te veo en un espejo. Que con esfuerzos apenas alcanza a darte lo que puede de un reflejo. Tu rostro en el mar se funde. Un espejo a tu medida. Profundo, eterno y en movimiento. Así será tu vuelo en el amanecer de los espejos. Infinito como sus imágenes. Sereno, puro y sincero.
Aún se observan a lo lejos, resabios austeros de viejos modelos. En este mundo los llamamos miedos, desde lo alto, son sólo amigos pasajeros. La jaula se está abriendo, las prisiones ya no son un peso. Sólo cielos repetitivos, con cada vez menos tiempo.
Un viejo maestro me ha enseñado. Que en el vuelo nunca debe mirarse atrás. Sólo los extremos de tus alas son el límite, lo ajeno. Rodeada de hipocresías viviste, llena de grandes misterios. Dolores, heridas y sangre. Agua de tu costado fluyendo. Una cruz quiso marcar tu camino; pero nunca podría interrumpir tu vuelo.
Lejos de toda estructura; aún viven tus sueños. Aquí, mientras tanto, todos brindamos por las noches sin consuelo. Un camino de Consciencias, en busca de lo pleno. Sólo quien amplía la mirada, merecerá contemplar lo eterno.
Ya antes te pedí coraje, hoy sólo te contemplo. Las llamadas a un teléfono sordo sólo son ganas de compartir un vuelo. La pluma en el contestador escucha la ausencia de sus sueños. Entonces sólo se pregunta si esa mujer estará en vuelo. Mira lejos hacia el cielo, su mirada no alcanza, debes volar lejos. Pero su corazón late, ¡es verdad! Estás en vuelo. Donde el sol te acompaña y mira con ojos ingenuos, mientras las lágrimas se funden en un mar completo, de soledades y alegrías de verte tan llena del cielo. Orgullosos te siguen los bordes del desfiladero, que ya no atormentan a tus pasos con una amenaza embriagada de pasiones y desconsuelos. El calor solo te abraza, como esas sábanas que luchan contra el frío de los inviernos, impotentes soldados, peones sin tablero. Inocentes que buscan acallar la alegría de ese corazón, el tuyo. Lo nuestro.
Las brisas se acurrucan sobre las olas. Pequeñas contemplando a esa hermosa sirena, que deja atrás su pasado en las profundidades, y se refugia en las plumas del despliegue, de sus alas, en las manos de sol saliendo. Le diste luz a la luz, fuego al incendio, paz a la paloma, amor a todos ellos. Las cadenas ya te extrañan, no tienen sentido sin tus dedos, que atados a ellas estaban, juntos y solos en un desierto.
Los dados ya han marcado. Un número nuevo. Tus pasos ya han saltado, se transforman en consuelo. Para todos los que no se animan, aún al nacimiento. Muchos podrán seguirte, seguro, sin saberlo. Llevas alegría a quienes esperan cada encuentro. No te refugies ni te escondas, en las noches de lágrimas y lamentos. No temas que jamás estarás sola. Solo pide el mejor cielo. Para un amanecer enorme, el del fuego.
Ya se acerca la hora de que el amanecer vaya muriendo. Sólo así dará a luz, al verdadero nacimiento. La mirada de una mujer. Sus alas en pleno vuelo.
A aquella mujer que aún no se anima a emprender el vuelo que tanto ansía. Para que las alas del corazón se desplieguen en plenitud, amor y eternidad.
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