Nunca termino de saber si vivimos mejor o peor. No termino de entender una ecuación matemática, las cuentas son claras pero me dan al revés. A mayor placer y más comodidades la gente razonable debería vivir mejor. Sin embargo, y con horror, me sigo dando cuenta que vivimos peor que antes. Y cada vez empeoramos el tramo.
No entiendo al ser humano. Ni sus dudas ni sus costumbres. Algunos y algunas le temen al amor, eligen lo peor y después se quejan. Otros tantos padecen el maltrato y se quedan a esperar la mano que viene a pegar, en vez de buscar una caricia. A la gente que se olvida, le cuesta recordar, no quieren ni pensar que sus males están dentro. El beneficio es cierto, el placer llega a ser abrumador. Es que ya no tienen corazón, entonces les late el espacio vacío.
Cuando las venas se llenan de sangre, la ansiedad, que no es cobarde, domina el panorama. Encierra al alma, no la deja disfrutar. Cuando todo está al alcance de la rama, es parte del mismo árbol, el pájaro en mano se vuela sin rumbo ni destino. Estamos desarmando la historia. Cuando en sus principios nos enseñaban que la vida se trataba de encontrar la mejor manera para vivirla. Y que las épocas de vendimia traían alegría y festejos. Hoy, en este enorme desierto, todas las fiestas terminan a las trompadas. Alguno se emborracha, otros tantos consumen sus drogas. Mientras, en las sombras pasan cosas que no debieran. Ya ni en la escuela los chicos la pasan bien. Una depresión que ya se sienta en los primeros bancos de primer grado.
Cuando sólo estaba en las manos de los ancianos retirándose de este mundo.
Un efecto rebote. O somos hombres rebotando en los efectos. Tanto han fragmentado las cosas que el placer y la alegría no son compartidas, ni partes de una felicidad mayor. Duele el amor porque se siente demasiado. El miedo se ha apoderado de las sanas costumbres. Y por podredumbre la gente se lastima. Por las dudas. Por si se olvida y cree que sentir baja la guardia.
La sensibilidad no mata ni te hace más vulnerable. El amor se comparte, sino es puro narcisismo. El dolor se ha sentido, la perdida es incontrolable, la muerte es gobernable sólo cuando es la de uno. La soberbia se hizo cobarde y la omnipotencia nos ha lavado la cabeza. Haciéndonos creer que podemos contra todo eso, y sólo morimos empobrecidos.
La gente no ha sabido disfrutar. No ha podido armar las cosas para vivir mejor. El placer y los beneficios terminaron trayendo más y más depresión. Posiblemente porque le tenemos mucho miedo a vivir.
Y con la mano en el corazón, es una barbaridad que no sepamos hacerlo.
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