Hay muchos ciegos que están viendo las barbaridades que están haciendo. Que tienen los bolsillos llenos de tanta vanidad, por un espejo que no los mira. Y buscan con envidia, esa mirada en el otro. Al que maltratan, al que descalifican. Un punto ciego en el cuerpo. Una mirada perdida, la del espejo.
La vanidad se ha hecho de la calle. Se ha animado a apoderarse de las vidrieras donde está expuesta, porque el espejo ya no la mira. Entonces, busca perdida la desesperada mirada del otro. Que está tan desesperado como ella. Porque en la luz se muestran las auténticas sombras. Están afuera, hasta del propio cuerpo. Quedaron al descubierto y nadie se espanta. El robo, la estafa, la mentira y la calumnia; todas injurias de una vida ciega. Que no puede llegar ni a la vereda, sin ser cualquiera. Sin perder la identidad.
Mirarse a la cara todas las mañanas y saber que se está mintiendo. Mirarse y no tener consuelo, porque no tienen cara. Engañarse por la espalda, y saludar como si nada pasara. Acostarse en la cama y levantarse con un nuevo día. Son puras mentiras. Está pensando en otro. No es el socio, no es la compañía que esperaba, pero en algo calma. Ya no está sola. La soberbia la acompaña.
Pero se mira al espejo, todas las mañanas y sabe que está mintiendo. Sabe que es un punto ciego, amar a otro. Y que nadie lo sepa. Que las mentiras acuestas, ya no le cuestan tanto. Que sigue girando la rueda de la vida. Y que en alguna salida, podrá retomar el rumbo. O encontrarse con él por un segundo, para que pueda recuperar la visión. Y el dolor la espera en la casa. Preparando la cena, antes de irse a trabajar.
Y dejar la cama vacía. Como su mirada, esquiva.
Eligió la ceguera, para no ver las cosas que están hechas. Ni las marcas en su cuerpo. Un poco ajeno, de tanta mano prohibida. Sin consuelo, le falta esa caricia. La que tenía casi todas las semanas. Pero la vida te llena de faltas, para que puedas llenarla. Te enseña que el camino tiene curvas peligrosas. En su cintura impiadosa, su mirada ciega.
Ella oculta en sus ojos la posibilidad de ver. Ella esconde sin querer, lo que realmente quiere. Pretender suponer, donde ya sabe. Pero sus pies no pueden recorrer ese camino que tanto anhela. Mientras, lleva escondida la verdad de su vida, amar a otro.
Se mira al espejo, otro buen día.
Otra tarde desde temprano.
Es ciega, pero no es en vano.
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