viernes, 31 de agosto de 2012

Se libre. Haz tu Yo grande.


Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
 Corregido por: Lic. Nora Umpiérrez
 

Estás en lo alto.
 Del mismísimo cielo.

 Despliega tus alas
 Aprende a ser un rey.
 Están las llaves del cielo en tus manos ahora.

 Veo los espíritus volar.
 Atravesar el cielo celeste.
 Es hora de gritar, hermano mío.
 Tiempo de dejar las cadenas en el suelo.

 Tanto has llorado las penas de este mundo.
 Tu cuerpo esgrime los dolores de la injusticia.
 Entre la adultes y la niñez
 Aún no te decidías.
 Tal vez te sirva entender;
 No es una elección factible para quienes pueden volar alto.

 Tu problema es la libertad.
 Y dejar a todos en este mundo.
 Tu dilema es amar.
 O quedarte atrapado en las ilusiones del espejo.
 Tu desafío es volar.
 Y hacer de lo que eres; un oasis en el desierto.

 Siempre esperaste un trampolín.
 Y el amor ha golpeado otras puertas.
 Creíste cualquier infamia.
 Dichas por los peores fantasmas.
 Ser y merecer son partes de tu destino.
 Abre tus oídos.

 Tu alma está por gritar.
 Cansada de tanto vagar.
 Por las dudas e indefiniciones.
 Es tiempo, y no llores,
 De comenzar a volar.

 Mucho tiempo invertiste en un mundo con pocos colores.
 La independencia suele ser el principio de la abundancia.
 Donde las limitaciones escasean, la creatividad avanza.

 Están tus potencialidades esperando.
 Y el amor ya se acerca.
 No esperes a ver todas las piezas
 Para empezar el rompecabezas. 

La caída no es una alternativa
 Para quienes sus alas despliegan.
 Los pies en la tierra no son tu camino.
 Ni una alternativa, solo un suplicio.

 No podes encarar el cambio
 Pensando como un cangrejo.
 Por tus venas corre sangre roja
 La del fuego, de la grandeza.

 Es un orgullo ser tu hermano,
 Un amigo en cada vereda.
 Donde los dolores respetan la sinceridad
 De una mirada nunca ajena.
 Nadie te engaña a esta altura,
 Solo son tus dudas, esos viejos fantasmas.

 Ancianos que deben comenzar a morir
 Así dejan vivir las alas eternas.
 En tu yo plagado de grandeza.
 Es tiempo de ser libre. 

lunes, 13 de agosto de 2012

El poder de la mente


La mente no tiene límites. Su poder es increíble, su poder puede ser abrumador. Su poder aún es desconocido en sus reales dimensiones. La mente no conoce las barreras que el cuerpo o la realidad intentan ponerle, de vez en cuando. Todo lo puede crear, todo lo puede imaginar, todo lo ha de soñar y, luego, solo queda realizarlo. Como un océano que alberga todo un mundo de especies, esa es la mente en su tamaño ejemplar. Porque puede reciclar, puede crear y volar. Puede hundirse y sumergirse, puede desaparecer y hasta enloquecer a su dueño. El alma no tiene consuelo, pues no siempre puede dominarla.

Muchas cuestiones se han abierto a lo largo de la Historia. De las cosas que se sucedieron sólo hay una responsable. La mente innegable que ha pergeñado todos los sucesos y sus aconteceres. Episodios inéditos, relevantes y sanguinarios. Salvajes y santos. Todo es obra de sus manos, en un cuerpo encarnado, que no logra contener semejante poder, tan inabarcable fuerza. La que despega, la que se eleva. Aquella que puede lograr una santificación, o la creación del mismísimo infierno. En la tierra.

Sola llega hasta el último rincón del Universo. Puede acercarse al cielo y sentarse a la derecha del Dios padre. Puede darle una imagen y vendérsela a millones de personas. Moviendo multitudes, arrojarlas a una cámara de gas. Matarlas y maltratarlas. Ella puede ser la locura máxima, la enfermedad intensa, la locura perversa, o pura e inocente. La mente todo lo puede, y debemos empezar a entenderlo. Porque sino nos convertiremos en simples sabuesos que no logran llegar a la presa. Una mente que despeja las grandes maravillas del mundo, que investiga con futuro cómo fueron las cuestiones del pasado. Que ha inventado los grandes misterios del Universo, mientras esconde en el letrero las claves de esas preguntas. Una burbuja que puede mantenerse aislada, que puede salir y abrazar a la muerte que pasa de visita. Y llorar muchas horas tendida en una cama, de la cual no levantarse jamás. La mente puede tirar una vida por la borda. Y salvar a otras en el mismo segundo. Una porción del mundo se le debe a sus ganas.

La mente casi no es humana. Por lo menos, la conocemos muy poco. Para ser sus dueños, somos ignotos dueños desorientados. Incapaces de tener entre manos un recurso tan poderoso, y saber utilizarlo para un fin generoso. Por eso entiendo que pocos sean los que han comprendido, que el mundo en ella contenido es mucho más potente que millones de bombas nucleares.

El átomo de ella sale. Y de ella nació la libertad. La que te permite escapar todos los días de la jaula. Por más cotidiana que se haya vuelto tu vida. La mente practica y sabe que su poder es inconmensurable. No es subestimable. No puede ser encerrada. No puede ser aniquilada, porque sobrevive entre los demás. Una idea es ejemplar, es parte de sus productos. No muere con el indulto, no deja de caminar este mundo.

La paz en un minuto, se logra. Si la mente recobra los cabales reales de una vida.

Sólo hay una medida, la dada por el silencio. En esa pausa no hay secretos, allí la mente descansa. O se atrapa en su propia trampa.

Silenciar el alma. Aquietar el cuerpo.

Y la mente queda en silencio.

Mientras su poder continúa la obra, de Dios.